sábado, 9 de junio de 2012

Diagnóstico y terapias del autismo.


Diagnóstico:

Los padres de la mayoría de los niños con trastornos autistas se dan cuenta de los problemas de forma gradual. Con frecuencia comienzan a preocuparse durante el segundo año, si el niño no habla o si el patrón de conducta es diferente del de otros niños de la misma edad. Si el niño tiene un nivel de habilidad alto en algunas áreas, los padres pueden no empezar a preocuparse hasta el tercer año o incluso después. En una minoría, a los padres les parece que el desarrollo evoluciona normalmente, hasta que se da un notable cambio de conducta en semanas o meses, quizás con una regresión en ciertas habilidades, especialmente en el habla. En ambos tipos de inicio, el diagnóstico de la conducta de un trastorno autista surge, antes o después, en los años preescolares.
Algunos de los rasgos de conducta son: movimientos estereotipados, anomalías en el modo de andar y en la postura, imitación en los movimientos, actividades repetitivas simples, respuesta a estímulos sensoriales, ansiedad y miedos especiales, habilidades especiales, entre otras.

LOS TERAPEUTAS DEL HABLA Y DEL LENGUAJE

Los problemas de lenguaje son extremadamente normales en los trastornos autistas, pero las deficiencias fundamentales afectan al modo en que el lenguaje se utiliza para la comunicación, y no simplemente a su estructura. Aquellos terapeutas interesados en mejorar las habilidades sociales y de la comunicación, que incluyen la comprensión y el uso de todas las formas de comunicación, tienen una valiosa contribución que hacer. Pueden ser los primeros en sospechar que un niño con un problema de lenguaje tiene un trastorno autista y contribuir a la evaluación para el diagnóstico. En las escuelas pueden trabajar directamente con los niños y guiar a los profesores y a los padres sobre la manera de mejorar las habilidades sociales y de comunicación de los niños. Los terapeutas del lenguaje que proporcionan mayor ayuda son los que se ocupan del patrón de conducta total de un niño, y no únicamente del lenguaje. Una visión demasiado estrecha de la terapia del lenguaje, que ignore el resto de la conducta del niño, puede llevar a la suposición de que el problema del lenguaje existe aisladamente y a la negación de cualquier trastorno autista subyacente.

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