El concepto de autismo abarca una serie de trastornos que afectan las habilidades comunicativas, la socialización y la empatía de la persona.
LA CONDUCTA DE LOS NIÑOS
CON TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA
Cada individuo con trastornos autistas es diferente de cualquier otro, por lo que estas descripciones se deben considerar como una guía general y no como una definición exacta para el diagnóstico. Sin embargo, los problemas normales que afectan a la interacción social, a la comunicación y la imaginación y a la conducta repetitiva, se pueden reconocer por debajo de todas las variaciones.
Muchos, quizás la mayoría
de los niños con trastornos autistas, muestran signos de problemas sociales y
de comunicación desde la primera infancia. Pero, debido a que no pueden ir de
un lado a otro, el margen de conductas posibles de un bebé es limitado. Por
esta razón, en esta etapa los signos de deficiencia no son evidentes y pueden
pasar fácilmente desapercibidos para los padres. Hasta que el niño comienza a
caminar solo no puede surgir la conducta autista en toda su amplitud.
Puesto que el diagnóstico
raramente se efectúa antes de los dos años de edad, como pronto, los detalles
de las conductas durante los dos primeros años de vida se han obtenido de los
recuerdos de padres de niños mayores.
Algunos bebés que
presentan después una conducta autista, parecen desarrollarse normalmente
durante un tiempo y sus padres no perciben nada extraño durante más o menos el
primer año. Sin embargo, en muchos de ellos, tal vez en la mayoría, un
interrogatorio detallado y sistemático demuestra que había aspectos inusitados
en su conducta, incluso durante el primer año. Otros bebés hacen que sus padres
se preocupen casi desde el nacimiento. Son bastante normales los problemas con
la alimentación y algunos de los bebés no maman bien.
Parece que hay tres tipos
de bebés con trastornos autistas. La mayoría de estar tranquilamente todo el
día en su cochecito. A veces, las madres sienten que un niño de este tipo no
sabe cuándo tiene hambre, porque no lloran para que les den el alimento.
Durante la infancia, se dice que son «angelicales», pero los padres tienden a
preocuparse a medida que pasa el tiempo y el bebé no se
vuelve más activo o más sociable. En contraste, una minoría de bebés lloran
muchísimo día y noche, sin podérseles consolar o calmar. Hay también algunos,
que después son diagnosticados como autistas, que no se ajustan a ninguno de
estos patrones de conducta y cuyo comportamiento, visto retrospectivamente, no
parece mostrar ningún rasgo extraño. Los bebés pueden sonreír cuando se les
hacen cosquillas, se les abraza o se les hace saltar arriba y abajo, pero no al
mirar a la cara de alguien. Pueden no cooperar repitiendo las acciones de los
padres en juegos infantiles.
Con frecuencia, los bebés
con trastornos autistas sonríen, echan los dientes, se sientan, gatean y andan
a la edad esperada y aumentan de peso con normalidad, una vez que han pasado
los primeros problemas con la alimentación. A veces los puntos clave de la
motricidad están retrasados, especialmente en aquellos que después encajarán
con las descripciones de Asperger o con los que tienen otras discapacidades que
afectan al desarrollo motor. Es posible que no les importe sentarse aunque
puedan hacerlo, aparentemente porque tienen poco interés por el mundo. Algunos
de los niños se ponen de pie y caminan apoyándose en los muebles en el momento
adecuado, pero pueden ser reacios a soltarse y caminar sin apoyo hasta muchos
meses después de la edad habitual.
El balbuceo tiende a ser
limitado en cantidad y de pobre calidad y normalmente no desarrolla el modelo
de entonación y la gama de sonidos del habla corriente, que por lo general
comienza hacia el final del primer año.
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