- Enfoque
pluridimensional. Este ha de tener un
doble sentido, por una parte hemos de tener en cuenta, no sólo el problema
de pronunciación, sino el lenguaje en su conjunto y al niño en su
totalidad y por otra hemos de partir siempre de la colaboración con el
resto de los profesionales que inciden en la educación del niño
- Conveniencia
del tratamiento precoz. Progresivamente los órganos
articulatorios van perdiendo plasticidad. Es más fácil corregir un rotacismo
a los 6-7 años que a los 10 ó 12, además la persistencia del problema
articulatorio puede crear problemas de baja autoestima en el niño.
- Importancia
de la colaboración de los padres. Si
les explicamos de forma clara y sencilla lo que pueden hacer y si además
participan en alguna sesión de reeducación, tendremos en ellos un apoyo
muy importante sobre todo a la hora de afianzar la articulación del fonema
corregido.
- Partir
de una buena evaluación (exploración). Esto
nos permitirá seleccionar los ejercicios adecuados. Carece de sentido
dedicar tiempo a hacer discriminación auditiva si el niño no tiene
problemas en este campo o hacer ejercicios de labios, mandíbula etc. si no
presenta problemas en la motricidad de esos órganos.
- Elaborar
un programa de trabajo: nº de sesiones, duración de
las mismas, ejercicios que vamos a realizar, materiales a utilizar, etc.
- Explicarle
al niño en que consiste el problema, lo que vamos a hacer así como el
objetivo de cada ejercicio. Aunque tenga poca edad, si
utilizamos el lenguaje adecuado, nos entenderá y su colaboración será
mejor.
- Hacer
una autoevaluación constante. Esto nos permitirá suprimir
o variar ejercicios en función de los resultados.
- Intercambiar
ejercicios. No debemos hacer monótona la
sesión, si es necesario introducir alguna actividad lúdica.
- Si
utilizamos algún aparato, familiarizar primero al niño con él, en
este sentido es aconsejable dejarle el logofón para que juegue con él
antes de empezar a utilizarlo.
- Buscar
la colaboración del niño. Nada ayudará tanto a la superación
del problema como despertar el interés del niño, no sólo en cada sesión,
sino también fuera de la misma. Es importante que siga practicando él
sólo, como si fuera un juego, alguno de los ejercicios que hemos realizado
en la sesión.
- Importancia
de la empatía y refuerzo positivo. Resaltar
los avances, minimizar las dificultades.
- Si
no obtenemos los resultados deseados buscar información. En
este sentido la bibliográfica sobre el tema o consultar con otro
profesional, nos puede ayudar a mejorar los resultados.
- En
función de la evaluación, seleccionar los ejercicios del tratamiento
indirecto: labios, lengua, paladar, soplo, respiración,
discriminación auditiva, etc. adaptados al caso.
- Indicar
en una lámina y en el espejo el punto y modo de articulación.
- Seleccionar
las estrategias concretas de corrección. Para cada problema de
pronunciación hay algunas pautas concretas que es fundamental conocer y
seleccionar a la hora del tratamiento.
- Buscar
sensaciones propioceptivas.
- Una
vez conseguido el fonema articularlo progresivamente en sílabas, palabras
y frases.
- Lectura
en voz alta.
- Lenguaje espontáneo.
Espacio físico adecuado, una colchoneta, espejo, depresores, magnetófono, materiales para trabajar: soplo, ritmo, discriminación auditiva, motricidad labial y lingual; libros de imágenes, libros de cuentos, algunos juguetes, alguna bibliografía, etc.
Aunque no tan necesarios como los anteriores, también son convenientes: logofón, espirómetro, ordenador con algunos programas y espejo de Glatzel .
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