jueves, 10 de mayo de 2012

Disfasia. Manifestaciones.

En esta entrada explicaremos las distintas manifestaciones de la disfasia:
  • Manifestaciones lingüísticas:
Existen varias propuestas, pero nos vamos a centrar en la que hacen Rapin y Allen (1983), por parecernos la más completa. Señalan seis categorías:
 a) Agnosia verbal auditiva. Caracterizada por una incapacidad para decodificar la fonología. El sujeto entiende poco o nada de lo que se le dice. Su expresión es nula o casi nula. Puede desarrollar un lenguaje gestual. Es un cuadro asimilable a los descritos bajo las denominaciones de afasia congénita mixta o sordera verbal.
 b) Dispraxia verbal. El sujeto presenta una compresión normal, o casi normal, pero con enormes dificultades en la organización articulatoria de los fonemas y de las palabras. Afecta también a la prosodia. Los enuncia dos se limitan a una o dos palabras, difícilmente inteligibles. En su límite extremo el sujeto es completamente mudo, y en este caso sería asimilable a los cuadros de afasia congénita expresiva o audio-mudez dispráxica.
c) Déficit de programación fonológica. Como en el anterior, la comprensión es relativamente normal pero, en este caso, existe una cierta fluidez de producción, aunque con muy poca claridad, lo que hace casi ininteligible a estos niños.
 d) Déficit fonológico-sintáctico. Corresponde al cuadro clásicamente descrito como disfasia. Estos sujetos presentan una mejor comprensión que expresión, pero les cuesta entender cuando el enunciado es largo o incluye estructuras complejas. En expresión, destacan sus dificultades de articulación, de fluidez, uso de nexos y marcadores morfológicos por lo que la sintaxis resulta rudimentaria. A veces la formación secuencia1 de los enunciados resulta laboriosa.
 e) Déficit léxico-sintáctico. Presentan dificultades de evocación y estabilidad del léxico. Pueden comprender palabras sueltas pero no frases. La expresión se caracteriza por la abundancia de muletillas, interrupciones, parafasias, perífrasis y reformulaciones. La calidad de la expresión empeora cuando tienen que expresar enunciados más complejos que los simples diálogos cotidianos.
f) Déficit semántico-pragmático. Caracterizado por un déficit importante de comprensión de las raciones, si bien entienden palabras aisladas y frases sencillas. Destaca, sobre todo, la falta de adaptación del lenguaje del sujeto al entorno interactivo, resultando los ajustes pragmáticos a la situación o al interlocutor deficientes.

  • Manifestaciones no lingüísticas
Hacen referencia a otras alteraciones del desarrollo muy frecuentes en los niños con disfasias. Los aspectos más destacados:
 a) Aspectos cognitivos. Llaman la atención las dificultades en la memoria a corto plazo y el procesamiento secuencial, en la estructuración del tiempo y el espacio y en el juego simbólico.
 b) Aspectos perceptivos. Sobre todo, tienen problemas en la discriminación de estímulos auditivos, necesitan mayor tiempo de latencia para responder y más tiempo en la presentación de estímulos.
 c) Aspectos psicomotores. Algunos pueden presentar acompañando al retraso del lenguaje dificultades práxicas, alteraciones en el proceso de lateralización e inmadurez de las destrezas motoras aunque, a decir de Engel y cols. (1999), hoy estos aspectos son discutibles.
 d) Aspectos conductuales. Alteración de la capacidad de atención, hiperactividad y en algunos casos alteración de las relaciones afectivas y del control de las emociones.
En la actualidad, la naturaleza unidireccional o bidireccional de las relaciones entre las manifestaciones lingüísticas y no lingüísticas de estos niños es un problema para el cual no existe una contestación definitiva.

Para detectar la disfasia se suelen combinar test o escalas con el análisis de registros del lenguaje espontáneo. Las escalas para estos casos cuyos déficits son tan importantes, nos sirven más para sistematizar nuestras observaciones que para conseguir una evaluación en términos cuantitativos, debido a la frecuente heterogeneidad de la evolución de estos niños. El primer paso en el proceso de diagnóstico, consistirá en averiguar si nos hallamos ante un trastorno general (puede tratarse de un trastorno más general de la patología infantil que cursa con alteraciones del lenguaje) o ante un trastorno especifico. Es decir, se trata en un primer momento de diferenciar el cuadro de otras entidades patológicas susceptibles de explicar también una parte o la totalidad de los síntomas.
Es difícil ofrecer un modelo único de intervención para una dificultad que adopta formas tan diversas. Cada niño y su necesidad es un caso distinto y sus síntomas pueden manifestarse de diferentes maneras. Resulta muy práctica la propuesta que hacen Monfort y Juárez en su libro “Los niños disfásicos”, presentan tres niveles fundamentales:
1.- El primer nivel es el de la estimulación reforzada y consiste en la presentación de los estímulos comunicativos y verbales naturales en un entorno facilitador, incrementando su estabilidad y aumentando la intensidad de las interacciones que se establecen con los adultos, con los otros niños, etc.
2.- El segundo es el nivel de reestructuración que incluye las estrategias dirigidas a facilitar la entrada y salida de la información en los niños disfásicos, es decir, las que mejorarán el input y el output.
3.- El tercer nivel se corresponde con la introducción de los sistemas alternativos de comunicación. Cuando observamos que la comunicación verbal no es posible o se limita a unos niveles rudimentarios que contrastan con las necesidades y el grado de desarrollo general del niño, se introducirá algún sistema alternativo que, en unos pocos casos, será la solución definitiva pero que, en la mayoría de ellos, se transformará poco a poco en un sistema aumentativo, integrándose entonces en el conjunto de medidas previstas por el segundo nivel.

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