lunes, 23 de abril de 2012

Alalia

No hay un acuerdo generalizado sobre su etiología. La definición que circula de ella es muy poco específica: “Se denomina con este término a la pérdida patológica del lenguaje oral. Es sinónimo de mudez”.
Es posible que se produzca por lesiones encefálicas, al igual que la mayoría de los trastornos de tipo orgánico, aunque también suelen estar comprometidos los músculos y los procesos que intervienen en la fonación.
Usualmente, el sujeto puede valerse y comprende perfectamente el lenguaje escrito, pero es incapaz de operar con la palabra hablada. Su propio nombre indica esta característica: alalia significa, literalmente, “sin hablar”, “no hablar”. No se halla comprometida la capacidad de audición.
En algunos casos, quizás más cercanos a la histeria o a alguna patología psicológica, su origen deriva de alguna causa psicológica, por lo cual, una vez removida dicha causa, el individuo podrá volver a expresarse utilizando su oralidad.
Según algunos especialistas, existe cierta asociación entre alalia y autismo, pero parece que más bien aquélla es un síntoma de éste, por lo cual la mejora de uno redundará en una disminución de la otra.
Otros la relacionan con algún grado de retraso mental, que impide o dificulta en extremo la capacidad comunicativa.
En realidad, como ya expresáramos, las clasificaciones no concuerdan y hay quienes creen que sólo se trataría de una exacerbación del prurito científico por definir cada caso o acotar un campo de especialización, más que de un trastorno propiamente dicho. Según esta línea de pensamiento, la Alalia sería un caso extremo de Afasia, aunque lo que la diferencia estribaría en que en la primera los problemas surgen cuando el lenguaje ya está adquirido, mientras que en la segunda la dificultad es previa a él. Pero existen casos de alalia en los que, como en la Afasia global, el habla ya estaba y se pierde, por lo cual la distinción no resulta pertinente.
No existen datos estadísticos sobre su incidencia en la población. De hecho, no parece ser extremadamente frecuente.
Su tratamiento implicará todas aquellas opciones logopédicas, kinesiológicas, psicológicas y asistivas que permitan recuperar la palabra hablada o que la sustituyan, además de las que ayuden a quien padezca este trastorno a mejorar su imagen, caída por la imposibilidad de expresaarse oralmente.
Sea cual fuere su origen, se trate de un trastorno específico o de un simple rótulo, lo importante es estar atentos a que las etapas de desarrollo del lenguaje en los niños se produzcan dentro de los marcos temporales considerados normales y recurrir a un especialista ante cualquier retraso.




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